Revenge

Revenge (2018)

Empoderamiento femenino en un thriller de venganza.

La directora francesa Coralie Fargeat debuta con su primer largometraje Revenge, un thriller atrevido y desesperante situado en el medio del desierto. Cuando los amigos del novio de Jen interrumpen su pequeña escapada romántica, el calor, el alcohol y los excesos no hacen más que elevar la tensión en la casa. Tras un evento traumático, nuestra protagonista emerge del fuego en busca de matar a quienes la hicieron daño.

Como tema, la venganza; y como protagonista, una mujer abusada y ultrajada por los hombres que la rodean. La estética visual elegida para narrar esta historia sangrienta, con una paleta de colores sobre saturados, entre el rosado, el azul del cielo y el naranja del sol, estiliza la violencia y la sexualidad con un look pop inusual para el género, pero que, al igual que la elección de una mujer en el rol protagónico, rompe con los estereotipos configurados en torno a ese tipo de películas. Jen no es como los hombres piensan que es; Revenge, tampoco. Con pocas líneas de diálogo, y solo dos espacios, el desierto y la casa, la cacería ensangrentada que se desencadena es una agonía física que retuerce de dolor las entrañas, pero a la vez impredecible por su ritmo furioso condicionado por la ira de la heroína. Ya el espacio propone un escenario antagónico y hostil que pondrá trabas a los personajes, además de la lucha contra el tiempo por sobrevivir y no morir en el intento.

Revenge no es ajena a las convenciones del género, pero la estilización y el montaje, y el carácter rudo invencible de Jen, quien en ropa interior y armada hasta los dientes causa terror, hacen de la película un viaje más que entretenido. Vale decir que es apta para espectadores con un estómago resistente pero que, sin embargo, bajo los litros de sangre, la realizadora se cuestiona la libertad sexual que tienen la mujeres juzgadas bajo ojos masculinos.

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