La pointe courte (1955)
Entre lo íntimo y lo cotidiano.
Dos relatos en paralelo, pero unidos por la casualidad física, tejen la historia de La pointe courte (1955), la primera película de Agnès Varda. Por un lado, la vida de los habitantes como una comunidad, con sus problemas y luchas cotidianas: el hambre, las enfermedades y la pobreza. Por el otro, una pareja que se encuentra allí de vacaciones para resolver los problemas de su matrimonio. Él, oriundo del pueblo, ella, parisina. Entre la ficción y el documental, la mirada de Varda explora los patios vacíos del pueblo, las sábanas colgadas al sol, los canastos de moluscos y los gatos, imágenes que se alternan con la narración de la joven pareja que monologa sobre el desamor en un encuentro al borde de la ruptura. Cuando él habla de amor hacia ella, ella habla de amor a una idea, una costumbre, como la sensación de comodidad hacia lo conocido. El choque entre las dos tramas presentan estéticas diferentes, un relato con tintes neorrealistas y una conversación introspectiva y casi irreal que se contestan para evidenciar los límites entre lo cotidiano y lo íntimo.
La pointe courte es una reflexión sobre el amor ya no sustentado por la pasión y el descubrimiento inicial. El contraste narrativo repercute en cada aspecto de la película, desde la ausencia de argumento o conflictos irresueltos en la vida de los pescadores, a los largos paseos de la pareja que deambula el pueblo en medio de un diálogo teatral y profundo que se desarrolla en un tono casi monótono a pesar de la intensidad de las verdades que cada uno confiesa. El matrimonio incapaz de alcanzar la felicidad es un elemento foráneo e inusual frente a los hábitos del pueblo. Es más, tanto sus personajes como los actores que los encarnan, se contraponen a los habitantes no actores que más de una vez miran a cámara. Pero eso tiene poco o nada de importancia. La composición de los planos de la pareja juegan con la perspectiva; cuando él la mira, ella está de perfil y cuando ella lo mira, él está de perfil. La conversación de la pareja evade la realidad, flota por encima de la pobreza del pueblo, pero en igual de importancia sonora a los comentarios fortuitos de los pueblerinos que les observan. La cámara se mueve con elegancia y confianza, en un estilo experimental único que busca en los largos travellings la intimidad perdida de la pareja a la vez que expone con honestidad el arduo trabajo de una clase social marginada.