Annihilation (2018)

Paisajes oníricos y osos asesinos, una mezcla que al final resulta insípida.

La película inicia con Lena, de blanco y en cuarentena, siendo interrogada por un científico. No tenemos idea de qué sucedió ni cómo y a través del relato de Lena, nos embarcamos en la expedición dentro del Área X. Queremos saber cómo fue que ella formó parte de esa misión, qué pasó con el resto de su equipo y por qué ella está viva. Pero las respuestas que nos ofrece la película resultan, para mí, insatisfactorias y predecibles.

Con un diálogo expositivo y explicativo demás, por ejemplo a los 5 minutos de haber empezado la película, un colega de Lena dice a ella “..que estés de duelo, no significa que no puedas divertirte un poco..”, Annihilation no es más que una mezcla de paisajes bonitos y momentos espeluznantes.

La gradual muerte de cada uno de los personajes resulta tan fortuita como el motivo por el cual ellas están ahí, a pesar de habernos contado a través de un diálogo forzoso la motivación de cada una de ellas. Hasta la justificación de la conformación del equipo está lanzada en una línea de diálogo que intenta explicar la casualidad de la misión.

A diferencia con Ex Machina, cuya intriga mantiene la tensión hasta un final climático, Annihilation va perdiendo el sentido buscando explicar lo inexplicable. Tal como Lena responde en la primera escena de la película “No sé”, sacando afuera los maravillosos paisajes y criaturas mutantes, no sé a donde íbamos. Muchos planteamientos iniciales, como el desfasaje del tiempo, la percepción de los recuerdos, las alteraciones genéticas y el cáncer quedan olvidados al punto que esa sensación de fascinación y ansiedad que vamos haciendo con los personajes va perdiendo el rumbo.